El acero es uno de los materiales más sostenibles para emplear en la construcción, que es a su vez uno de los sectores más contaminantes del planeta.
Un informe de la ONU de 2018 ya señalaba que la construcción y operaciones que se llevan a cabo en edificios representan el “36% del uso global de energía final y casi el 40% de las emisiones de dióxido de carbono” mundiales.
El informe global se subtitula “Hacia un sector de edificios y construcción con cero emisiones, eficiente y resiliente” y como punto central insta a los gobiernos, ciudades y empresas a realizar cambios drásticos en ese apartado para reducir la huella de carbono.
Para ayudar en esa dirección, la Unión Europea se puso las pilas con la primera Estrategia de Economía Circular para maximizar materiales y recursos el mayor tiempo posible, a base de transformación y reciclaje.
Y en España contamos con una estrategia de aquí a 2030, que se va detallando en planes trienales. Uno de los objetivos es reducir en un 30% el consumo nacional de materiales en relación con el PIB, tomando como año de referencia el 2010.
Como la construcción es uno de los sectores que más recursos consume, también es el que más puede hacer para reducir y tratar los desechos que las obras originan.
Y aquí es donde el acero tiene mucho que decir.
Acero: un material sostenible y fácilmente reciclable
El acero es una mezcla de hierro con una cantidad de carbono variable, lo que permite diversos usos.
En construcción, es de los materiales más empleados por sus propiedades mecánicas, que lo hacen ideal para edificios de gran altura, puentes o plataformas marinas.
Es muy resistente, su rigidez limita los desplazamientos laterales, es soldable, muy dúctil -al ser doblado o cortado no sufre daños en la estructura-, con alta deformabilidad antes del punto de ruptura.
A estas características mecánicas, se suman otras que le convierten en el material más sustentable para emplear en la construcción:
El 93% del acero es reciclable
Puede reutilizarse casi totalmente sin pérdida de calidad. Es lo que se conoce como multiciclo, vuelve al origen una y otra vez, manteniendo intactas sus propiedades.
Baja huella de carbono en su producción
En comparación con otros materiales estructurales, producir acero crudo emite menos CO2 a la atmósfera.
Es reutilizable en su condición inicial
Mejor que reciclar, siempre es la opción de reutilizar porque no se necesita energía extra. Al desmontar una vivienda de acero, hay muchas posibilidades de emplear los elementos en su misma forma y condiciones.
Contiene un alto contenido de reciclado
Dependiendo del proceso de producción, el acero recién fabricado incluye siempre una parte de reciclado. Según el tipo, va desde el 15% hasta más del 90%.
Es desmontable y transportable
Las edificaciones de acero se pueden desmontar en tu totalidad, transportar y volver a engranar, por lo que se pueden cambiar de lugar al completo.
Una casa de acero con una estructura de acero puede trasladarse de lugar, o reutilizar los componentes -vigas, columnas, chapas, paneles- en otras viviendas.
En nuestro terreno, que son las casas pasivas, esto nos facilita muchísimo el trabajo de construcción, ya que podemos usar estructuras de acero prefabricadas.
Gran relación entre peso y resistencia
El acero es el material estructural que mejor relación tiene entre peso y resistencia. Es decir, con menor cantidad consigues la misma resistencia que obtendrías con mucha más cantidad de otro material y, por tanto, mayor peso.
Muchos subproductos de la producción se pueden reciclar
Al fabricar acero se generan escorias, líquidos, polvo o zinc. El 80% de ellos se pueden recuperar para ser reutilizados como cementos o fertilizantes.
El empleo actual de acero en la construcción
Hay varios tipos de acero, con diferentes propiedades, que se adaptan mejor a unos tipos u otros de construcción.
- Acero laminado. Es el que se emplea principalmente en los edificios y también en obras de ingeniería civil. Ya sea para vigas, columnas, armaduras ligeras en naves industriales y centros comerciales…
- Acero corrugado. Son barras de acero que llevan corrugas o estrías discontinuas, lo que refuerza su adherencia al hormigón. A partir de él se arman distintos tipos de estructuras, como armaduras longitudinales y transversales, o vigas.
- Acero galvanizado. Va recubierto de zinc, lo que le permite resistir la corrosión. Por eso se usa en todo tipo de estructuras que están en contacto con el agua, como cámaras frigoríficas, casetas prefabricadas o naves industriales.
- Acero corten. Lleva una composición química que hace que su oxidación la pieza quede protegida de la corrosión atmosférica. En este caso se usa en puertas metálicas, fachadas, puentes, estructuras metálicas, depósitos de agua, trenes…
La gran desventaja del acero tiene que ver con el precio, mayor que el de otros materiales y con que su huella de carbono está lejos de cero. Aunque su producción contamina porcentualmente menos que otros materiales de construcción, hay que tenerlos en cuenta.
En España, la siderurgia es responsable del 4% de las emisiones totales del CO2 y el objetivo es llegar a cero en 2050. El plan es tecnológicamente posible, si crecen las energías renovables.
De momento, el 71% del acero que se fabrica proviene de chatarra, ya que el acero puede reciclarse en un bucle sin final, sin que pierda propiedades.
En Drycon usamos estructuras de acero en nuestras casas pasivas, porque nos permite llegar al estándar de calidad que buscamos, reducir tiempos y complicaciones en la obra y mantener nuestra filosofía de usar materiales sostenibles.